Un propósito

1.7.06

Noche cuando no te encuentro

El mensaje que nunca dejaré en tu contestador debería decir que "el mundo y yo te extrañamos, pero yo siempre un poco más que el mundo", y nunca ocurrirá el pequeño milagro, nunca estarás del otro lado de la delgada línea.
El frío de la madrugada me abruma los dedos, pero debo seguir. Habré de encontrarte en esta vida o en la siguiente. Recién baje del tren, de la terminal donde los negocios miran pasar de largo a los carritos de los cartoneros. El cielo está tan negro como esos cabellos de tu ausencia, como el sentido que tiene perseguirte desde el humo de café que tomaré en media hora. La ciudad me traga con su subte, oruga prismática silenciosa y rutinaria. Y me escupe en la estación donde las peatonales se cruzan. Los turistas se mezclan heterogéneamente con los negocios de comida rápida, los cines aún persisten con sus promesas de trasnoche, el empedrado no se cansará jamás, los ojos sí comienzan a percibir un agotamiento por tanta enumeración inútil.
Cruzo la gran avenida con los ojos cerrados, nadie se digna a atropellarme, ya no quedan personas piadosas en este cementerio de edificios. Sigo de pie y a pie. La plaza que da a los tribunales solo acumulan autos, quizas tan pesados como los juicios guardados eternamente en algún cajón de la memoria injusta y olvidadiza de un juez. Pasa un policia con ganas de pizza y coimas, una pareja más adelante se van dando primicias de un encuentro con las pieles revueltas, ahora un auto cruza en verde y dos ancianas comentan lo estúpido que fue al no cruzarla violando las reglas escritas para nadie, un ciclomotororista entrega su pedido impuntualmente y el inquilino le dice que ya lo habían cancelado, alguien me pide la hora, le contesto que hoy no tengo ni un centavo.
Entro al bar y pido el cortado que me ayudará a delinear los inseguros trazos que alguna vez formaron tu presente. Termino de escribir y me voy al fondo a la izquierda. Te llamo desde el celular que me regalaré dentro de catorce días. Los segundos pasan y tu voz grabada me anuda la garganta, no puede contestarle. Lo apago, me resigno. Las pastillas llegan al estómago. Ya todo está bajo control.